Como en muchas otras formas de psicoterapia, en la Psicoterapia Ericksoniana es importante evaluar los síntomas, comprender qué está generando el problema y definir los objetivos terapéuticos que permitan a la persona avanzar hacia el bienestar. Sin embargo, lo que realmente distingue a este enfoque es la manera en que el terapeuta se comunica con el paciente, cliente, consultante… o como a mí me gusta llamarlo: la PERSONA.
La importancia de la comunicación personalizada
Uno de los pilares fundamentales de la Psicoterapia Ericksoniana es la calidad de la comunicación. Cada persona tiene una forma única de moverse por el mundo, de interpretarlo, de relacionarse consigo misma y con los demás. El terapeuta ericksoniano se entrena para comprender esta manera particular de percibir y comunicarse con el entorno, con el objetivo de transmitirle los mensajes terapéuticos de la forma más eficaz posible. Se trata, en definitiva, de hablarle a la persona en su propio idioma.
Utilizar lo que la persona trae

Otra característica esencial es el uso terapéutico de los propios recursos, experiencias, valores o símbolos que la persona trae consigo a la consulta. Una escucha atenta y una observación sensible permiten recoger información valiosa que después puede ser utilizada en su beneficio. Por ejemplo, si alguien utiliza una metáfora espontáneamente para describir cómo se siente, esa misma imagen puede convertirse en una herramienta poderosa dentro del proceso terapéutico.
El trance como recurso experiencial
Por último, y quizá lo más conocido de la Psicoterapia Ericksoniana, es el uso del trance hipnótico. No es necesario que se trate de un trance profundo: lo esencial es que permita a la persona vivir una experiencia interna transformadora. A través del trance, es posible experimentar con intensidad emocional algo que aún no ha sucedido, o revivir el recuerdo de logros pasados que sirvan como fuente de confianza y motivación. Esta vivencia genera una huella emocional y neurológica que facilita el cambio: promueve la acción, modera impulsos, aporta perspectiva o apoya cualquier proceso interno que la persona necesite para salir de un estado de estrés, ansiedad o insatisfacción vital.