En otras ocasiones he hablado sobre cómo funciona el mecanismo de lucha, huida y congelación y sobre el papel que tiene la congelación como tercer estado defensivo del organismo, y con ello, llegamos a comprender mejor cómo el Sistema Nervioso Autónomo (SNA) regula nuestras respuestas de supervivencia frente a una amenaza.

balanza SNA desequilibrada

Hoy quiero hablar no solo de cómo se activa, sino de lo que sucede cuando este sistema queda descompensado y no encuentra fácilmente el camino de regreso al equilibrio.

El SNA está diseñado para moverse con flexibilidad entre la activación simpática (energía, alerta, acción) y la activación parasimpática (descanso, reparación, recuperación). Este vaivén es natural y saludable. Sin embargo, cuando las demandas externas o internas nos mantienen demasiado tiempo en alerta, la balanza se inclina y perdemos esa capacidad de recuperación. El resultado es un cuerpo que vive en tensión, con síntomas físicos y emocionales que van acumulándose.

La buena noticia es que aunque el SNA funcione de manera automática, podemos influir conscientemente en él. Prácticas como la Autorelajación Consciente actúan como una puerta de entrada para estimular el sistema parasimpático y devolverle flexibilidad al organismo. Cuando practicamos relajación, el SNA se pone en modo parasimpático, de manera que estamos ayudando a que se reestablezca el equilibrio, estamos «cultivando» la respuesta natural de autorregulación que el cuerpo ya conoce, pero que a veces necesita ser recordada.

En próximas entradas compartiré cómo ponerlo en práctica en la vida cotidiana y qué efectos se pueden notar cuando aprendemos a reequilibrar nuestro sistema nervioso de forma intencional.