La mayoría de las personas tenemos una voz interior que nos azuza y nos pincha con sus comentarios, siempre con la mejor intención, claro, pero ¡Qué molesta es!
Es molesta y un poco cobarde también, porque no suele hablar de frente, sino como un ruido de fondo, murmurando a tus espaldas, o detrás de tus orejas, donde no la puedes ver.
Párate a escuchar lo que realmente dice y dialoga con ella, cara a cara.
¿Para qué me haces esto? ¿Qué pretendes conseguir?
Probablemente encontrarás que quiere protegerte de algo, por ejemplo, de meter la pata y luego sentir vergüenza, de hacer daño involuntariamente y luego sentirte culpable, o de hacer algo incorrectamente y luego sentirte inútil, o de que no te comportes como se espera y te veas rechazado o traicionado.
El caso es que lo que esa voz no sabe es que no pasa nada por equivocarse, porque cada vez que nos equivocamos aprendemos,. También olvida que si hacemos daño involuntariamente siempre podemos disculparnos e intentar restaurar el daño. Tampoco tiene en cuenta que todos hacemos cosas incorrectamente, porque somos humanos, y los humanos somos así, nos equivocamos. Y de igual manera, no contempla que no se puede gustar a todo el mundo, de la misma manera que a ti no te gusta todo el mundo por igual.
Así que puedes decirle a tu voz que le agradeces la preocupación, pero que cuando te trata así de mal, en lugar de ayudarte te bloquea y te anula.
Pídele que te deje intentar las cosas, que te trate con cariño, con amabilidad y no olvides darle las gracias por su intención protectora (aunque torpemente aplicada). Si lo hace, tendrás la oportunidad de demostrarle que no era lo correcto hundirte para sacar lo mejor de ti. Quizá así deje de lado esa estrategia tan destructiva, para comenzar a apoyarte de otra manera.