Aquí te presento un ejercicio de meditación de atención a la respiración.
Seguramente habrás observado que tu mente tiene una actividad constante, saltando a menudo de un pensamiento a otro.
En ocasiones, puede ser agradable fantasear o imaginar las cosas que nos gustaría que pasaran, y también es necesario planificar cómo queremos que ocurran las cosas y es gracias a esa capacidad de imaginar y utilizar la mente de una forma creativa que la humanidad progresa.
Pero ocurre también que muchas veces la mente se engancha en pensamientos que no obedecen a un propósito y que no somos capaces de manejar. Es como si tu mente te secuestrara y te llevara lejos del momento presente, impidiéndote ver lo que ves, escuchar lo que escuchas o sentir lo que sientes.
Los ejercicios de atención se dirigen a entrenar la capacidad de atender a lo que nos hayamos propuesto. Podemos atender a nuestra respiración o a las sensaciones que produce el agua en nuestro cuerpo cuando nos duchamos, o las sensaciones en el interior de la boca cuando degustamos algo, o al tintineo del agua en una fuente. Hay distintas formas de entrenar esta capacidad de estar presente.
Practicar estos ejercicios nos facilita que cada vez seamos más capaces de estar en el presente en cada momento.
Te propongo en esta ocasión atender a la propia respiración. Observaremos cómo se produce, en qué parte de nuestro cuerpo la vamos notando, cómo es su ritmo, como evoluciona y se desvanece…esta va a ser nuestra intención, pero observarás que tu mente continuamente se escapa a deambular. Van a surgir multitud de pensamientos que nos van a distraer.
La idea es no luchar, simplemente “notar“ que te has distraído, darte cuenta y volver a la respiración.
Es muy importante en este ejercicio tener una actitud amable contigo. Ya sabes que lo normal es distraerse, dejarse llevar por los pensamientos a otro lugar, a otro tiempo… No te regañes cuando te des cuenta de que eso ha ocurrido, simplemente al darte cuenta, vuelve a fijarte en algún punto de tu cuerpo donde notes ese proceso de respiración que ha seguido ocurriendo aun cuando tu no estabas presente.
Lo haremos con amabilidad, como si trajéramos a un bebé que gatea hasta el final de la alfombra y no quisiéramos que se enfriara gateando por el suelo, lo traemos nuevamente al centro de la alfombra, con cariño.
Recuerda, todo es práctica, también cuando me olvido, porque olvidarme es lo que me permite recordar. Es en la resistencia en lo que uno se ejercita, como cuando hacemos pesas.
Puedes hacer este ejercicio en cualquier postura cómoda. Habitualmente lo hacemos sentados, en una posición equilibrada y con los ojos cerrados, pero si esto te incomoda, puedes hacerlo con los ojos entornados, y mirando hacia el suelo.
Aquí te dejo un ejercicio guiado que espero que te ayude. Puedes saltarte las instrucciones yendo directamente al Capítulo Ejercicio que está en la descripción.