En muchas ocasiones me encuentro con personas que, en su día, realizaron un programa de reducción de estrés. Les funcionó durante un tiempo… y luego, casi sin saber cómo, lo dejaron de lado.
Es un pequeño misterio, pero ocurre. A veces la pereza, otras la sensación de “no haberse ganado un descanso”, hacen que nos vayamos alejando de la práctica diaria.
Con Autorelajación Consciente es más fácil sostener el hábito: requiere muy poco tiempo y no exige cambios en tu rutina. Eso ayuda a que se mantenga. Aun así, como con cualquier práctica, puede haber pausas en el camino. Y está bien: lo importante es comprender qué haces —o qué te dices— cuando te niegas ese beneficio. Cuando, sin darte cuenta, te escatimas ese ratito de calma interior.
Muchas veces escucho: “No he tenido tiempo”. Y al analizarlo juntos, descubrimos algo curioso: solemos ceder nuestro tiempo a personas o actividades que no nos aportan demasiado, mientras nos recortamos minutos a nosotros mismos, incluso cuando se trata de algo tan esencial como el propio bienestar.
Ahí es donde merece la pena detenerse y preguntarse:
👉 ¿Qué pasa aquí?
👉 ¿Es que no me permito sentirme bien?
👉 ¿Creo que no lo merezco?